19 años

Cada uno de febrero es una fecha muy especial para mí, especial porque fue el día en que Cristo me encontró, fue el día en que Jesús me dio la mejor oportunidad que mi vida ha tenido, esa de rendirme a sus pies y ser hecho hijo suyo.

Era un 1 de Febrero de 1998 cuando un chico de apenas dieciséis años se encontraba en esa Iglesia escuchando como un hombre exponía la Palabra de Dios, sentí el llamado de Dios a mi vida ese mismo día, sentí como mi vida cambio desde el primer momento que llegue a ese altar, cerré mis ojos y comencé a llorar como un niño, arrepentido de todo lo que hasta ese momento había hecho, pidiéndole una y otra vez a Dios que me perdonará y que me usará para su obra, que a partir de ese día quería vivir para Él y no para mí.

Era un joven hasta ese momento sin un sentido de vida, un joven que no sabía lo que le iba a deparar el futuro, un joven que solo confió en que Dios lo tomaría en sus brazos, lo perdonaría y haría la mejor obra en su vida.

No me equivoque, Dios ha hecho conmigo algo que reconozco no merecer, pero que Dios en su infinita gracia tuvo a bien hacerlo en mí. Ahora vivo conscientemente agradecido por todos los favores que Dios ha tenido en mi vida, de cómo en aun en los momentos más difíciles Dios ha estado allí para sostenerme, vivo agradecido con Dios y recuerdo ese día que hoy cumple diecinueve años como que si hubiera sido ayer.

Agradezco como todos los años lo hago a Dios por permitirme ser parte de su redil, porque sin ese uno de febrero de mil novecientos noventa y ocho hoy no estaría acá, ni escribiría estas palabras.

Gracias a Dios por todo lo que me ha dado, por mi esposa Yamita, por mis hijos Uziel y Valentina, por la paciencia que Dios me ha tenido, por su incomparable fidelidad, pero sobre todo por su gracia maravillosa derramada en mi vida.

Hoy hace 19 años y todavía sigo recordándolo como que si fuera ayer…

¡Gloria a Dios por todo lo que Él ha hecho en mi vida!

Enrique Monterroza

1 de Febrero de 2017