Casi se deslizaron mis pies
por Enrique Monterroza
Para con los limpios de corazón.
En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos”.
Salmos 73: 1-3
Al igual que Asaf muchas veces nosotros tenemos enviada del mundo, quizá porque vemos que en algunas ocasiones prosperan “aparentemente” mas que nosotros.
¿Quién de nosotros no ha tenido en momento determinado envidia del vecino, al ver el auto nuevo que acaba de comprar y nosotros no pasamos del mismo 2004 el cual no hemos podido ni siquiera arreglar o pintar?
Sin duda hay momentos en los que el enemigo nos confronta y nos hace preguntas como: ¿Por qué si esta Dios contigo no prosperas?, realmente esa clase de preguntas en la mayoría de veces nos dejan pensativos y mas de alguno ha dicho: “Es cierto, ¿porque este impío prospera y yo no?”.
Definitivamente esa enviada en muchas ocasiones a sido causa de que muchos resbalen y se vayan al mundo, creyendo que de esa manera las cosas se van arreglar para su vida.
Lo que no se dan cuenta es que, desde el momento que entregamos nuestra vida al Jesús el enemigo lanzo una guerra contra nosotros y no nos permitirá estar cómodos, si en el mundo todo te parecía bien es porque el enemigo te tenia como el quería, pero ahora que ese yugo de esclavitud de pecado se ha roto, el te ha declarado la guerra.
Amigo, aparentemente las cosas en tu vida se ven mal, pero tienes que estar seguro de que en los planes de Dios, todo te va salir bien, puesto que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, y si tu eres uno de los que lo aman, entonces, ¿Por qué te preocupas?, ¿Por qué tienes envidia?
Las cosas de este mundo son pasajeras, el mismo Jesús nos mando a que no hiciéramos tesoros acá en la tierra, sino que nos preocupáramos de hacerlos pero en el cielo, ¿Cómo?, pues sirviéndole, viendo las cosas que no son como que si fuera y creyendo y confiando en El, pues si confías en El, El hará.
Ya no es tiempo de estar envidiando al mundo, sino que ellos tendrían que envidiarnos a nosotros al ver como nuestra vida cambio desde el día que entramos al santuario del Señor y decidimos vivir para el.