Honrando a nuestro Padre
por Enrique Monterroza
Efesios 6:2
A veces hay cosas que sabemos muy bien, pero que no procuramos ponerlas en práctica. Todos sabemos que el pecado desagrada a Dios, pero aun así nos dejamos llevar por el. Todos sabemos que la única forma de entrar al cielo es viviendo una vida santa y agradable a Dios pues el viene por una Iglesia sin mancha y sin arruga, pero muchas veces estamos viviendo desordenadamente el evangelio y no nos preocupamos por agradar a Dios a través de una vida entregada.
Así mismo desde pequeños se nos ha enseñado que tenemos que honrar a nuestro padre y a nuestra madre para que los días acá en la tierra se nos alarguen, pero ¿Será que estamos cumpliendo con este mandamiento?
En esta ocasión me quiero referir especialmente al padre.
No podemos negar que cuando estábamos pequeños nuestro padre era nuestro héroe, todos en alguna ocasión presumimos de nuestro padre con nuestro amiguitos, cuando fuimos creciendo la imagen de héroe se fue distorsionando y lo convertimos en una padre que regañaba y no nos dejaba hacer lo que queríamos, luego esa imagen cambio a un padre que no sabia mucho y que era anticuado y cuando el padre muere reconocemos que realmente era el mejor padre sobre la faz de la tierra.
¿Por qué esperar a que nuestro padre muera para honrarlo y reconocer lo excelente que ha sido?
No hay escuela para padres, todos han cometido o cometerán errores, pero te aseguro que ellos tratan la manera de hacer lo mejor que pueden para darnos todo lo que queramos.
Yo no me puedo quejar del padre que me toco, cuando pequeño era mi héroe, lo veía cada quince días ya que trabaja en la capital, pero todavía recuerdo esos fines de semana en los que le tocaba llegar a casa, con mis hermanos nos estábamos en la acera de nuestra casa a esperar que a dos cuadras de nuestra casa el autobús que venia de San Salvador se detuviera, cada vez que un autobús se detenía nos poníamos de pie para ver si era mi papa el que venia, cuando por fin era el, salimos corriendo todos a una misma vez a encontrarlo y a ayudarle con la maleta que siempre traía.
Mi papa siempre ha sido bueno conmigo, talvez por ser el tercer varón no pude experimentar de ser su preferido, pero te puedo asegurar que me ama igual que a los demás. Yo siempre me quejaba de que el quería mas a mis hermanos que a mi, cuando pequeño recuerdo que fuimos a San Salvador a comprar zapatos, fue por el año 1990 el le compro zapatos de seiscientos colones a mis hermanos ($68.57) que en aquel tiempo eran carísimos y a mi me compro de cincuenta colones ($5.71) eso me marco para hacerme la idea que a mi no me quería igual, pero hoy en día me doy cuenta que no puedo medir el amor de mi papá por un par de zapatos, pues el simple hecho de que nunca me falto nada habla bien de el.
Hoy en día mi padre es un respaldo tremendo para mi vida, dedica mucho de su tiempo para estar pendiente de cosas que necesite que el me ayude, siempre me respalda en todo lo relacionado con el ministerio y siempre tiene palabras animo y de fe para cosas que anhelo. Hoy que soy padre yo también me doy cuenta que aunque muchas veces no nos damos cuenta, nuestro padre nos ama mas de lo que nosotros mismos imaginamos.
Es por esa razón que debemos honrarlo, no menospreciarlo por sus cortos conocimientos, sino que al contrario, recordar que el fue parte importante para nuestro crecimiento, educación y para hoy en día seamos profesionales, tu no sabes cuantas veces tuvo que sacrificar el poco dinero que tenia para ayudarte en tus cosas, tu no te imaginas los esfuerzos que ha tenido que hacer para que hoy en día tu seas una persona de provecho para la sociedad y mas aun para el servicio a Dios.
Cada día de nuestra existencia deberíamos reconocer lo importante que ha sido nuestro padre, pues Dios lo utilizo a el para ser un instrumento para concebirte, gracias a que Dios lo uso ahora tu tienes vida.
Honremos a nuestros padres mientras estén en vida, acércate a el y dile lo importante que es para ti, lo mucho que lo amas y lo grandioso que ha sido para contigo.
Agradezcámosle a Dios por el padre que nos dio, pues el era el indicado para ser tu padre.